Carta abierta a ese amor que "no pudo ser" y que ahora se marchó
Cuando alguien tiene algo que decir es mejor soltar lo que traemos en la mente y el corazón. Pues las ideas se van y la tristeza puede quedar.
Cuando alguien tiene algo que decir es mejor soltar lo que traemos en la mente y el corazón. Pues las ideas se van y la tristeza puede quedar.
Muchas veces creo que di más de la cuenta, puede notarse en mi mirada firme que confirma mi versión.
Ahora me reprocho a mí misma los sentimientos que aún cargo en la mochila de los años: unas cuantas desilusiones, un par de trozos de un corazón partido, un frasco de lágrimas y una bolsa de suspiros que nunca llegaron a su destino.
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Pudieron ser malos o tal vez demasiado buenos los momentos a su lado; y así, nosotros siempre anduvimos al límite, no conocíamos la estabilidad y por eso las consecuencias no tardaron en llegar, las mismas que poco a poco me iban alejando de ti.
Fuiste amable al menos cuando cerrabas la puerta tras de mí cada vez que salía huyendo de las peleas y tu peculiar drama. Sé que no podíamos llegar a ningún lado y solo tapábamos las cosas que no queríamos ver.
Así fue, mi mochila se iba llenando y el tiempo con tus problemas, cada vez era más difícil y complicado de llevar.
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El tenerte conmigo porque "no te hallabas en otro lado", fue tu mejor excusa que terminé creyendo y haciendo mía la respuesta más tonta de todas de por qué no podía irme de ti.
Tu egoísmo me invadió y decidí dejarte. No podía seguir viendo que la vida se me fuera dentro de un espacio del que solo quería marcharme.
Creo que todo salió bien, pero dueles y duele la falta que le haces a mis miedos y a mis tristes deseos. Así, con la esperanza de que todo pronto pasará, te digo, quizá no las últimas cosas que antes no entendías.
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Ahora es cuando me levanto fuerte pues la mochila que cargué contigo, ya se siente más liviana y sencilla de llevar pero aunque debería de sentirme tranquila la angustia aún no se va.