15 años: ¿cómo celebrar un quinceañero en tiempos de pandemia?
El distanciamiento social evita que podamos juntarnos y celebrar fechas especiales, sin embargo, en Perú celebraron un quinceañero muy especial.
El distanciamiento social evita que podamos juntarnos y celebrar fechas especiales, sin embargo, en Perú celebraron un quinceañero muy especial.
La prohibición de toda reunión social se dispuso con el fin de evitar el contagio de covid-19. Sin embargo, esto no fue impedimento para que mi familia cumpla uno de los sueños de nuestra última integrante: su fiesta de quinceaños junto a sus invitados virtuales.
Con la llegada del nuevo coronavirus a Perú, se ha generado una nueva forma de convivencia y, con ello, una transformación de las tradiciones. Si bien no es lo que imaginamos al inicio, puedo asegurar que cuando las cosas se hacen con amor y ayuda de la tecnología el resultado puede llegar a ser mucho más emotivo.
Meses antes de que la pandemia llegara a nuestras vidas, mi mamá María -“China” para los más allegados- ya nos venía diciendo que debíamos ahorrar para el día especial de mi hermana menor Angely Flores. Iniciamos este camino averiguando en las galerías del centro de Lima los costos de los vestidos, los zapatos, si incluía accesorios y hasta quién permitía regatear más. Algunos amigos ya habían confirmado que nos ayudarían con los bocaditos, otro con las luces, otra con el maquillaje, etc. Parecía que la añorada fiesta sería de ensueño.
Sin embargo, el pasado 6 de marzo ocurrió algo que a todos nos llenó de temor e incertidumbre: el presidente Martín Vizcarra confirmaba a toda la nación el registro del primer caso de covid-19 en el Perú. Posteriormente, vendrían varias semanas en estado de emergencia y aislamiento obligatorio. Las semanas de confinamiento se volvieron meses y para cuando nos dimos cuenta ya junio tocaba nuestra puerta. Ahora la gran pregunta era: ¿qué hacemos? Angely no podrá compartir con la familia y amigos ese evento importante, ¿o sí?
Sin pensarlo mucho iniciamos los preparativos. Por un lado, mi hermano Leonardo se propuso el reto de preparar la torta de cumpleaños y los cupcakes, mientras mi mamá iba haciendo realidad las ideas para la decoración. El resto de nosotros éramos los ayudantes.
Es increíble como la creatividad característica de los peruanos aflora en las más sombrías circunstancias.
Con el arco de globos posicionado en la escalera, la mesa empezaba a tomar color: una muñeca con vestido celeste se alzaba en la cima de la torta, las luces blancas que utilizamos para navidad la iluminaban, los adornos hechos a mano daban vida a las cortinas y los cupcakes recién decorados estimulaban el ambiente.
Para las visitas ya estaba lista su asiento en primera fila: una computadora, extensión eléctrica, conexión a internet y el enlace de la videoconferencia enviado por WhatsApp.
Entre tanto en el primer piso todos estaban en constante movimiento para terminar los detalles, en el segundo nivel mi hermana ya tenía el vestido corto puesto, junto con su tiara y sus pendientes. El momento estaba cada vez más cerca.
Llegó la hora
Eran las 11:40 pm y en la urbanización Pachacamac, en Villa El Salvador (Lima), el frío se sentía cada vez más fuerte. Sin embargo, todo ese mal clima dejó de tener importancia cuando la clásica melodía ‘Tiempo de vals’ de Chayanne empezó a llenar el espacio. Nuestros invitados presentes, a través de una videoconferencia hecha por Zoom, estaban muy atentos.
No se percibió la frialdad de la máquina, solo el cariño de las personas que quieren ver feliz a su ser querido. Mi papá Leonardo se dispuso a cambiar las sandalias color palorosa de mi hermana por unos pequeños tacones negros. La particular ceremonia de quinceaños había iniciado. El antes y después en su vida.
Uno por uno empezó a bailar con la cumpleañera. Era un momento único, mi padre bailando con su princesa. Yo emocionada hasta el alma. Mi madre contemplaba feliz y orgullosa. Y mi hermano, bailando con su hermanita, feliz y feliz. El ambiente lucía extrañamente radiante. Además de nosotros, no habían más personas, pero se escuchaban las risas y aplausos de los familiares del otro lado de la pantalla. Incluso ellos tuvieron sus copas a la mano para el momento del brindis
Angely finalmente sopló sus velas con la seguridad de saber que su familia la cuida y que estará, por siempre, para ella en las buenas y malas. De este modo la fiesta de quinceaños cobró un brillo distinto: no solo mi hermana renovaba sus metas e ideales para los próximos años, sino que un atípico estilo de vida estaba por iniciar y nos alegraba saber que ese nuevo sendero lo enfrentaríamos todos juntos, sea presencial o virtualmente. Para el amor no hay límites.