Por: Manuel Chamolí • Whatthegirl.com

Sanar heridas de la infancia: ¿Cómo sanar las heridas de tu niño interior?

Una gran parte de los problemas que hoy nos aquejan podrían tener origen en una de las etapas más prematuras de nuestra vida.

Actualización
¿Cómo sanar las heridas de tu niño interior?. Foto: Shutterstock
¿Cómo sanar las heridas de tu niño interior?. Foto: Shutterstock

Una gran parte de los problemas que hoy nos aquejan podrían tener origen en una de las etapas más prematuras de nuestra vida.

El paso del tiempo muchas veces nos hace más frías ante ciertas circunstancias. La adultez, las responsabilidades y nuestro propio desarrollo como personas nos hace olvidar en muchos casos que somos personas sensibles y que siempre van a estar en contacto con todo lo que han experimentado.

Ya no reaccionamos de la misma forma a cuando éramos niños, ya no somos personas que día a día estamos en busca de juegos y formas de entretenernos. Sin embargo, esta parte de nosotros no ha desaparecido e incluso pueden llegar a ser la solución de muchos problemas que hoy en día forman parte de nuestra vida adulta. El contacto con nuestro niño interior puede ser el origen de quiénes somos hoy en día.

Pero, ¿qué es el niño interior?

El concepto del niño interior puede ser definido como la parte de nuestra psique que representa nuestra esencia más pura y auténtica. Es ese lado de nosotros que guarda vivencias, recuerdos y emociones que vivimos durante nuestra infancia. Así también como nuestras necesidades emocionales, deseos, curiosidades y procesos creativos que son en esta edad donde se empiezan a desarrollar. 

La visión que teníamos del mundo era claramente más inocente y espontánea, casi reaccionaria a lo que sentíamos. Nuestras emociones eran intensas y nos permitimos realizar acciones sin medir realmente las consecuencias que esto podrían traer. Lado de nosotros que con el pasar del tiempo vamos alejando e incluso dejando de tomar en cuenta a la hora de hablar con nosotros mismos. 

El denominado “Síndrome del niño abandonado” es un claro ejemplo de que esta desconexión muchas veces puede llegar a afectar en la vida adulta, ya que es en esta etapa tan temprano de la vida que muchas personas ven nacer sus conductas y problemas que a la larga pueden convertirse en conflictos cada vez más difíciles de resolver si es que no son tratados a tiempo. Entonces, ¿cómo puedo sanar a mi niño interior?

Para empezar, reconocer y aceptar su existencia es una de las claves. Muchos adultos viven completamente cegados y creen que esto no es un problema real, mayormente cuando se trata de personas que han tenido infancias bastante duras o carentes de afecto que los hacen querer, inconscientemente, obviar esta etapa de sus vidas y centrarse en lo que son sus problemas actuales. El niño interior puede ser sanado de muchas formas. 

Terapia de regresión

Para el caso de esta terapia, los individuos exploran y trabajan a través de sus recuerdos reprimidos en la infancia. Siendo guiados por un profesional de la salud mental, las personas confrontan sus experiencias del pasado buscando la oportunidad del entendimiento y la reconciliación con esa parte tan sensible de sí mismos.

Terapia Gestalt

Es realizada en un enfoque principalmente orientado a trabajar con el niño interior. En la terapia Gestalt se gesta la importancia de explorar y honrar todas las partes que conforman a la persona. Se alienta a los individuos a conversar con su niño interior a través de técnicas como el diálogo interno, la silla vacía y la imaginación guiada. Herramientas que le dan voz y los hace partícipes de sus necesidades, deseos y emociones más profundas que finalmente es lo que los lleva a un comprendimiento de lo que hoy los hace ser como son. 

Escritura terapéutica 

En este caso, el recurso de la escritura es utilizado como una de las herramientas más poderosas para sanar el niño interior. Principalmente es orientado a las cartas dirigidas a esta parte de ti, expresando tus sentimientos, ofreciendo palabras de consuelo y apoyo. Esta práctica ayuda a sanar y a liberar emociones reprimidas, llegando a generar conciliación que podría transformarse en una tranquilidad liberadora para el individuo.