Los chimpancés son "más humanos" de lo que creíamos, según estudio.

Los humanos y los chimpancés compartimos las mismas capacidades para el baile.

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Los humanos y los chimpancés compartimos las mismas capacidades para el baile.

Una gran parte del planeta considera que la raza humana es parte de un proceso evolutivo que ha durado millones de años. Desde la ‘Teoría de la Evolución’ de Darwin, los estudios científicos no se han detenido para demostrar que descendemos de los monos, y los resultados han sido impresionantes, pues cada vez son más las investigaciones que muestran cuán parecidos somos con estos homínidos.

Un estudio llevado a cabo por el Instituto de Investigación de Primates de la Universidad de Kioto (Japón), y que fuera publicado en la revista PNAS, afirma que los chimpancés también bailan cuando se les coloca música e incluso, han notado que estos animales suelen acercarse a la fuente de sonido y alejarse cuando esta se detiene.

Los científicos Yukp Hattoria y Masaki Tomonaga, encargados de los experimentos, explicaron que estas habilidades para el baile tienen cierta base biológica, y que los prerrequisitos para la danza y la música fueron desarrollados hace 6 millones de años en el ancestro común entre los humanos y los chimpancés.

Otros estudios neurobiológicos han demostrado que esta habilidad del baile, proviene de una conexión entre las áreas auditivas y motoras de un individuo. Esto último, es considerado como parte fundamental a la hora de procesar el ritmo, pues se ha demostrado mediante imágenes cerebrales que, a pesar de que no exista movimiento alguno, esta área del cerebro se activa ni bien se escucha la música.

Por otro lado, se ha comprobado que hay animales que se mueven al ritmo de la música, incluidos los chimpancés, es por ello que Hattoria y Tomonaga quisieron comprobar mediante 3 tipos de experimentos diferentes, la naturaleza de las respuestas rítmicas de los animales al sonido.

Estos experimentos se clasificaron de la siguiente manera: Uno, para analizar como un ritmo auditivo afectaba a los movimientos corporales de los chimpancés. Dos, para comprobar que efectos tiene el tempo en la periodicidad de estos movimientos, y tres, para mostrar si los chimpancés se acercaban o no a la fuente de sonido. Para ello, se contó con la participación, un poco reducida, de un grupo de 7 chimpancés, 4 hembras y 3 machos, a los cuales se les estimulaba auditivamente con sonidos de pianos y con velocidades distintas.

Este estudio se realizó durante seis días y con una sesión diaria de ensayos. A pesar de que los sonidos eran al azar, los científicos pudieron notar que fueron los machos quienes tuvieron más sensibilidad para con los estímulos. Esto podría deberse a que sus ancestros machos desarrollaron una forma de comunicación acústica en sus sociedades patriarcales. Es decir, los machos tenían una “danza de la lluvia” y se movían al ritmo del golpe del agua.

Akira fue el chimpancé macho que más ritmo mostro en el primer experimento, sin embargo, cuando se quiso comprobar si este se movía al tempo de la música, los autores dedujeron que este respondía a la densidad del sonido y no al ritmo, puesto que, en cada uno de los estímulos enviados al primate, Akira “bailó” en cada uno de ellos.

Finalmente, Hattoria y Tomonaga pudieron demostrar que los chimpancés suelen acercarse al altavoz cuando emite un sonido, y alejarse cuando este se detiene. Gracias a ello, es que los autores sugieren que existe un paralelismo entre el baile de las personas y la ritmicidad del chimpancé.

Aunque, para el primatólogo Miquel Llorente, hablar de música y de danza sea algo cultural, no cabe duda que las habilidades rítmicas es algo que compartimos y que tenemos en común con los chimpancés.

 

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